Ever since I was a child, I don't know why, I've always longed for the chance to travel the world. For example, to live in Canada, Iceland, or Norway, to work six months a year and spend the rest of the time exploring the planet, discovering places that thrill and amaze me with their energy, their vibrant colors, their customs, their climate, their cultures...

To travel, for instance, to London, England, to slow down the pace of life, to discover new horizons, new smiles, new paths, taking advantage of the fact that many public transport services are closed at Christmas, and that I, ultimately, enjoy walking and savoring the surroundings, their details...

Notting Hill, with its streetlights outlining the street, has a unique appeal, despite not showing the stars that can be seen every night in Cuba.

By day, at dawn, the fog reveals what one has always seen in movies or stories told by others: the difficulty of appreciating what is distant, yet still motivating us to set out and let ourselves be carried away by wonder...

It seems difficult to understand people away from their phones, whether they're in the company of others or simply waiting for those who are shopping inside the Apple Market...

Once in Chinatown—yes, it seems every country has at least one Chinatown—, you perceive a different dynamic, different colors, different ways of walking...

And art makes its presence felt.

A completely Christmassy atmosphere in the designs of each site...

Stars indoors to comfort those of us who seek them outside...

Umbrellas for coloring brick walls make me think of Pink Floyd's music, while portraits, bags, and other items are offered as unique...

The great Big Ben, with its four-faced clock the largest in the world, from an underground view with its stickers left by passersby who leave their traces of their journey...

Westminster's iconic Baker Street evokes classic literature and transports us to another era, as if we were Sherlock Holmes himself, standing in his own home...

The beautiful Carnaby Street—which, by the way, made me think of cannabis when I first read its name—with its shops and pedestrian traffic...

And a Moulin Rouge also present to remind us of the love and freedom of show business...

Other places with their colorful facades in the most exquisite pastel shades, where it seems someone important lives, but whom I don't know...

So, a pause to continue discovering stars among the streets. There's nothing left to do but follow them, smiling along the way, while I send you all a hug of light!

Desde niño, no sé por qué, siempre he deseado tener la posibilidad de viajar por el mundo. Por ejemplo, vivir en Canadá, Islandia o Noruega, trabajar seis meses al año y el resto recorrer el planeta, conocer lugares que me emocionen y asombren por su energía, su color, las costumbres, el clima, sus culturas...

Viajar, por ejemplo, a Londres, Inglaterra para pausar el ritmo de la vida, descubrir nuevos horizontes, nuevas sonrisas, nuevos caminos aprovechando en Navidad cierran muchos de los servicios de transporte público y que en definitiva soy de caminar con placer para disfrutar el entorno, sus detalles...

Nottingh Hill, con sus farolas delineando la calle, resulta de un atractivo singular, a pesar de no mostrar las estrellas que en Cuba se aprecian cada noche.

De día, al amanecer, la neblina evidencia lo que uno siempre ha visto en películas o historias que otros cuentan, lo difícil de apreciar lo lejano en la distancia, aún motivador para echar a andar y dejarnos llevar por el asombro...

Parece difícil entender a las personas lejos de sus teléfonos, bien sea en compañía de otros o sencillamente a la espera de quienes están comprando dentro de Apple Market...

Ya en el Barrio Chino—sí, parece que todos los países tienen al menos un barrio chino—, uno percibe otra dinámica, otros colores, otras maneras de andar...

Y el arte se hace presente.

Un clima totalmente navideño en los diseños de cada sitio...

Estrellas bajo techo para reconfortar a quienes las buscamos fuera...

Sombrillas para colorear paredes de ladrillos que me hacen pensar en la música de Pink Floyd mientras los retratos, bolsos y otros artículos se ofrecen como únicos...

El gran Big Ben, con su reloj de cuatro caras más grande del mundo, desde una vista underground con sus etiquetas plasmadas por transeúntes que dejan sus señales de travesía...

La icónica Baker Street de Westminster que nos evoca a clásicos de la literatura y nos lleva a visualizar otros tiempos como quien fuere Sherlock Holmes y pudiera estar en su casa...

La hermosa Carnaby Street —que por cierto, me hizo pensar en cannabis cuando se lee a priori su nombre—, con sus tiendas y el tránsito dejado solo a las piernas de los caminantes...

Y un Moulin Rouge también presente para recordarnos al amor y la libertad de los espectáculos...

Otros sitios con sus fachadas coloridas al más exquisito tono pastel, donde parece que vive alguien importante, pero que desconozco...

Entonces la pausa para continuar descubriendo estrellas entre las calles. No queda de otra que seguirlas para sonreír en el camino mientras les regalo a todos ustedes ¡un abrazo de luz!